Frankenstein de Mary Shelley y los "temores de nuestra naturaleza"


Por Alicia Vázquez


Quizá el mayor miedo del ser humano sea morir, ni siquiera el progreso de los últimos siglos ha revelado el secreto que termine con la lucha del hombre contra su inevitable fin.

     Victor Frankenstein posee una gran fascinación por la vida, pero también por la muerte. Es a raíz de la pérdida de su madre que el joven cristaliza sus deseos porque los muertos puedan volver a la vida, para que nadie más tenga que sufrir lo que él y su padre han vivido con la muerte de su madre al dar a luz a una edad madura a William. Su padre ha tenido que elegir entre la vida del pequeño o la de su esposa.

     En medio de estos acontecimientos, Elizabeth, siendo una niña, llega a la casa de los Frankenstein después de haber quedado huérfana. Una vez más la muerte destruyendo las vidas de los que se van y de los que se quedan. Con el tiempo, los dos jóvenes se enamoraron.

    Victor se siente atraído por la alquimia, no es un científico común y apegado a las normas cristianas de hacer ciencia. En este contexto, uno de los descubrimientos más importantes es la electricidad y su uso útil, una de las pequeñas conquistas del hombre frente a la naturaleza, lo que es representado cuando Victor, Elizabeth, Justine y el pequeño William dan un paseo y se desata una tormenta eléctrica; Frankenstein les pide que no se refugien de la lluvia y que, por el contrario, junten sus manos y dejen que la electricidad viajé a través de sus cuerpos después de caer un rayo. Todos quedan fascinados.

     Una vez que Elizabeth y Frankenstein se han comprometido durante una fiesta (una vez más el baile de época como testigo del quehacer social), el protagonista parte a cumplir con sus estudios universitarios con la promesa de casarse a su regreso. Pero en lugar de volver, Victor se queda obsesionado con descubrir cómo dar vida a los muertos.

     En la escuela se ve rodeado de eminentes figuras, pero la mayoría de estas desdeñan todo lo que no sea ciencias duras. Consideran que la única forma de crear nuevos inventos y de innovar es con el método practicado por los ilustrados. A juicio del profesor, ahora cualquiera cree que puede hacer descubrimientos y ser alguien importante. Frankenstein encuentra un mentor, quien sufre el rechazo de la Academia y al igual que él ha pensado en cómo desafiar a la muerte, sin embargo, advierte a Victor que no le recomienda experimentar, pues él ya lo ha intentado y se arrepiente, el resultado que obtuvo había sido abominable.

     El estudiante no se queda con la curiosidad y crea un hombre hecho de partes de otras personas, cuya personalidad principal es un viejo soldado que perdió una pierna en el campo de batalla. Para que el monstruo pudiera cobrar vida fue necesario administrarle liquido amniótico. Es importante resaltar que los avances de la medicina de la época contemplaban experimentar con muertos.

    Si nos detenemos a hacer una lectura de este personaje, podría ser el alter ego de Victor; un monstruo sentimental, que no encaja en la sociedad, con ansias de conocimiento y que solo busca una compañera con quien pasar el resto de su vida, alejado de las penas del mundo y en soledad. Esta nueva abominación creada por Frankenstein proyecta los sentimientos que le genera haber vuelto a la vida sin pedirlo, quedando a la deriva y sin tan siquiera el derecho de tener un nombre. No sabe caminar, hablar, ni leer, tampoco conoce el amor o la compasión, todo tiene que ir desarrollándolo por sí mismo.

     Este vacío va creando un gran rencor en la creación de Frankenstein, quien jura que la manera en que va a vengarse de tal daño es terminando con la vida de sus seres más queridos. La primera victima es William, después Justine, quien siempre estuvo enamorada de Victor, y después Elizabeth, quien más ha de dolerle. En la noche de bodas de Victor y Elizabeth, el monstruo decide arrancarle el corazón a la joven. Victor, desconsolado, decide retomar el experimento que se había prometido no volver a practicar con tal de devolver a su amada a la vida. La nueva mujer se compone del cuerpo de Justine y de su corazón, del cerebro de Elizabeth y de sus manos. ¿Será que Victor en algún momento sintió debilidad por algunos rasgos de la personalidad de Justine? Pero Elizabeth no parece muy contenta de haber sido resucitada, no muestra la menor voluntad por vivir, y menos cuando se da cuenta del horrible aspecto que tiene y de que se verá obligada a ser la compañera del monstruo, por lo que decide volver a la muerte.

    La historia de Mary Shelley es un constante juego entre la luz y la oscuridad, donde Victor asume que puede jugar y devolver a la vida y contra su voluntad a quienes más quiere. Es una historia que desafía la concepción de la muerte cristiana. Cuya máxima es que no hay vida más allá de la muerte, y si existe es por fuerzas oscuras alejadas de la fe. El relato inicia y termina en el contexto de los últimos intentos europeos por conquistar los territorios que quedaban al otro lado del océano: los polos.



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