Tiempos Modernos: Nuevos pobres, nuevos sueños


Por Alicia Vázquez


Tiempos Modernos se desarrolla en 1936 durante la Gran Depresión. La vida ha cambiado radicalmente en las ciudades y ahora muchas cosas dependen de una máquina. En medio de la crisis, la gente desea cada vez más tener los inventos que ha traído la Segunda Revolución Industrial. Inventos que no solo facilitan la vida, sino que acercan a la modernidad y aparentemente a la felicidad.

   Charlot es un obrero, probablemente perteneciente a la clase media venida a menos después de la crisis. Trabaja en una fábrica, para a duras penas ganarse la vida, pero dicha labor no parece hacerlo muy feliz ni cubrir sus expectativas. La fábrica retrata la transformación de la vida social e industrial hacia el siglo XX, donde la modernidad y el capitalismo han traído una nueva especie de esclavitud: vivir bajo las órdenes del patrón, jornadas extenuantes, producción en cadena, la idea de que el tiempo es dinero y que incluso si se puede ahorrar el tiempo que los empleados “pierden” comiendo, mejor.

     Asimismo, personifica a la sociedad trabajadora de la época que no solo se enfrenta a la carestía, también desea adquirir la forma de vida casi perfecta que ha impuesto Estados Unidos: una casa, una esposa, un auto, electrodomésticos, buena ropa, compras en tiendas departamentales, buen vino, etc. Aunque la realidad es que cada día la gente tiene que competir con otros por conseguir una jornada de trabajo que apenas cubra sus necesidades, sin la garantía de tenerlo seguro para el día siguiente. Ante la ola de desempleo, cientos de obreros acudían todos los días a las fábricas a esperar una oportunidad, obreros nacionales y extranjeros, Charlot uno de ellos. Quien prefiere ir a la cárcel y tener seguros el alojamiento y la comida que seguir afuera luchando por sobrevivir.

    Después de pasar unos días en prisión, busca la oportunidad de volver y la encuentra cuando una joven huérfana, de la que no se menciona su nombre, lo que generaliza su situación, tiene que robar un pan para comer y él se echa la culpa. La mujer también parece venir de una familia que lo ha perdido todo. Lleva un vestido que no se cambia durante casi toda la película y que, muy probablemente, usaba en los buenos tiempos. Su padre solo aparece una vez, viste traje y sombrero, y no parece haber vivido siempre con penurias, aunque, al igual que Charlot y a pesar de parecer un profesionista, tampoco encuentra trabajo. El desempleo alcanzó a todos.

     En medio del caos que ahora viven las grandes ciudades, el padre de la joven huérfana pierde la vida, y ella pierde a sus hermanas cuando el Estado las toma bajo su protección. Es entonces cuando junto a Charlot comienza la carrera por la tan estereotipada felicidad estadounidense. Sueñan con tener una linda casa y que él vaya al trabajo mientras lo espera en la comodidad del hogar. Dichos ideales aparecen cuando se refugian en la jardinera de una casa, donde al ver a una mujer despedir a su marido en la puerta al irse a trabajar, cristalizan sus anhelos por alcanzar esa vida "perfecta". Pero aterrizan cuando un policía les pide que abandonen la jardinera de la exclusiva zona donde están descansando. La imagen de la policía es constante durante toda la película.

     Aunque la joven no se puede dar el lujo de quedarse a la expectativa, es proveedora y también busca las oportunidades. Cuando Charlot cae de nuevo en la cárcel, ella le busca trabajo, busca una casa, alimento, vestido, todo. No es el prototipo de mujer que, aunque ya están en un siglo que ha revolucionado en todo, sigue siendo objeto de las expectativas sociales de sumisión, perfección y dependencia.

   Ella ha conseguido un empleo en un café, que yo diría es en realidad un buen restaurante: tiene orquesta, buenos platillos y una cocina enorme. Gracias a su talento para cantar y bailar la han contratado. Muy probablemente perteneció a una clase acomodada que tenía acceso a esta educación, entre otras. Con pocos días de trabajo ha conseguido comprarse un vestido, zapatos, sombrero, bolsa, capa, guantes y medias nuevos; las medias eran realmente un lujo para la época. A dicho lugar acude un gran número de personas que quizá encuentran en el baile una distracción frente a los tiempos difíciles.

    En el mismo restaurante ha logrado que le den trabajo a su pareja, quien solo sabe trabajar en las máquinas, al menos hasta entonces eso parece, y no da muestras de poseer talento alguno, ni como mesero, hasta que tiene que improvisar una canción y entonces, no Charlot, sino Charles Chaplin, demuestra su gran ingenio cantando lo que parece una sátira contra las clases acomodadas y la sociedad que acude a ese lugar: gente que puede comprar cigarros, mujeres elegantes, marinos, hombres con smoking. Entre las cosas que describe la canción Nonsense es a un hombre rico en su auto con una barriga enorme, quien seguramente no pasa hambre. El tema contiene elementos del francés y el italiano.

     Esa misma noche la policía acude al restaurante a buscar a la huérfana, para tomarla bajo su tutela como ha hecho con sus hermanas. Pero Charlot y la chica huyen.

   En la última escena, la joven llora porque han perdido todo, no podrán volver al restaurante a seguir haciendo dinero: "¿De qué sirve intentarlo?", se lamenta. Charlot le responde: "Nos las arreglaremos". Así, deciden hacer frente a su destino tomados del brazo, juntos frente a la adversidad, con resignación y la esperanza de que vendrán cosas mejores.



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