Good Bye, Lenin!: Coca-Cola, la encarnación de los valores estadounidenses
por Sofía Aguilar Mancera
Good Bye, Lenin! (2003), película dirigida por Wolfang Becker, cuenta la historia de Alex Kerner, cuya madre, Christiane, una miembro del Partido Socialista Unificado, cae en un coma por ocho meses, durante los cuales ocurre la Revolución pacífica de 1989, y comienza el derrumbe del muro de Berlín. Cuando Christiane despierta del coma, el médico advierte a Alex y a su hermana, Ariane, que la salud de su madre es delicada y que cualquier conmoción puede provocarle un infarto. Entonces, Alex decide que dentro de la habitación de su madre la República Democrática Alemana continuará existiendo.
Alex acondiciona la habitación Christiane con los muebles austeros que tenía antes de que Ariane los cambiara por aquellos traídos de Alemania occidental; cambia las etiquetas de los productos comestibles occidentales por etiquetas en ruso; y graba noticieros falsos con su amigo Denis para evitar el aburrimiento de su madre y para saciar su curiosidad por el mundo exterior. Sin embargo, mantener la mentira se vuelve muy complicado; particularmente, a partir de que Christiane ve desde su venta la colocación de una manta anunciando el refresco Coca-Cola, el símbolo más representativo de los valores hegemónicos occidentales: consumismo y capitalismo.
La creación de la Coca-Cola data del año 1886, cuando el farmacéutico estadounidense John Pemberton creó una fórmula para aliviar dolores de cabeza; su proyecto, sin éxito inicial, logró una expansión favorecedora durante la última década del siglo XIX y las primeras dos del XX -la era progresista. En Alemania, la Coca-Cola se empezó a producir en 1929, pero alcanzó popularidad hasta 1933, con el ascenso del partido Nazi al poder. A causa de la segunda guerra mundial, la producción de Coca-Cola cesó en 1942, para después ser reintroducida en la República Federal Alemana, el bloque occidental de la Alemania dividida tras la guerra.
La Coca-Cola tuvo tanto éxito en Alemania que, aún cuando ésta le era negada a la población alemana del bloque soviético, las autoridades socialistas en la década de los cincuenta del siglo XX crearon un producto semejante, pero no tuvo la misma aceptación. En la República Democrática Alemana la gente incluso coleccionaba latas de Coca-Cola, denotando que aspiraban a mejores cosas como aquellas que se encontraban en el bloque occidental. Milena Veenis, en su artículo "Cola in the German Democratic Republic..." argumenta, muy acertadamente, que en la RDA el consumo de Coca-Cola de contrabando, y de bienes occidentales en general, era una forma de crítica al sistema socialista, sobre todo por parte de las generaciones que no tuvieron un vínculo directo con la gestación de la ideología, como el personaje de Alex.
Cuando cayó el muro de Berlín, Coca-Cola fue de las primeras compañías occidentales en negociar contratos con el gobierno alemán para facilitar la entrada de la bebida y extender su imperio comercial. En Good Bye, Lenin! la entrada de la Coca-Cola al ex bloque soviético representa la primera vez que Christiane tiene contacto con occidente, y, además, comienza a intuir que el mundo que conoció podría haber desaparecido.
Referencias:
Elmore, Bartow J., "Citizen Coke: An Environmental and Political History of the Coca-Cola Company", Enterprise & Society, vol. 14, núm. 4, diciembre de 2013, pp. 717-731.
McBride, Anne E., "Have Your Coke and Eat It Too: What Cooking with Coca-Cola Says about Cultural Imperialism", Gastronomica, vol. 5, núm. 1, invierno de 2005, pp. 80-87.
Veenis, Milena, "Cola in the German Democratic Republic. East German Fantasies on Western Consumption", Enterprise & Society, vol. 12, núm. 3, septiembre de 2011, pp. 489-524.
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