Heroísmo

Por Gerardo Armenta



En Salón México, película de 1953 dirigida por Emilio Fernández, se nos presenta un México que sale a divertirse; un México que baila; que canta; que toma; que sueña; un México que tiene que luchar por conseguir lo que quiere, y un México que, más allá de los héroes personales, tiene héroes vivos, el Escuadrón 201. Este tema, el del heroísmo, está en todos lados, parece que se bebe de él.
                Beatriz, hermana de Mercedes, define al heroísmo como:
“Es el conjunto de virtudes de acciones del héroe, el espíritu de sacrificio. La abnegación que lleva al ser humano a realizar hechos sublimes por Dios, por la patria, o por sus semejantes. Hay heroísmo en todo sacrificio, el que se sacrifica por todos los demás es un héroe o una heroína. Hay tantas formas de heroísmo cuantas es capaz de asumir la abnegación humana. Uno, uno es el del santo, el que sacrifica todo al bien, a Dios, con olvido absoluto de su persona, como en el caso de San Francisco de Asís y de Santa Bernardita. Otro,  es el del sabio que lucha en la soledad del laboratorio para encontrar remedio contra las grandes dolencias de la humanidad, como en el caso de Pasteur y de Madame Curie. Y hay también, escondido y obscuro, el anónimo heroísmo de la madre, que se revuelve abajo, entre la miseria y la desesperación para dar un lugar en el mundo un lugar a sus hijos. Y hay el heroísmo de quien defiende a su patria, y que sin importarle que el enemigo sea más poderoso y  le vaya la vida en la empresa, lucha por ella en la tierra, en el mar, en el aire.”
Después de esto, casi de manera apoteósica, aparecen surcando el aire “los del Escuadrón 201”. En este grupo viene el hijo de la directora de la escuela. Las muchachas imaginan lo que ese personaje ha hecho, cómo es, desde dónde viene. Él, con un grupo de jóvenes mujeres emocionadas, cuenta sus historias, historias incluso al lado del “General Cárdenas Rodríguez”, en su calidad de Comandarte de la Fuerza Aérea Expedicionaria Mexicana, y al General MacArthur durante la entrada triunfal en Tokio.  
                Beatriz, poco a poco comienza una relación con este personaje, Alberto. Y este es un personaje que, por medio de la aviación, les permite sentir, a Beatriz y a Mercedes,  “como si la pureza del cielo me llenara toda. Tan cerca de las estrellas y de Dios. Tiene usted un oficio maravilloso, Roberto. Es usted un ángel, puesto que sólo los ángeles pueden subir al cielo”. 

                   Al principio de este texto mencioné a los héroes personales. Lupe, el policía, es el héroe de Mercedes, busca salvarla y sacrificarse por ella. Mercedes es a heroína de su hermana. Alberto lo es de todo México. E incluso el Salón México y sus personas inspiran a otras personas, inspiran música. Como todo héroe, hay un villano, Paco y es él el que termina con la vida de Mercedes.  Ese México, el del México, vive de sus héroes, vive de la rivalidad con sus villanos, ya sea Paco o los japoneses.  Es un México con héroes y villanos de carne y hueso. Creo que es una época con héroes y villanos de carne y hueso, personas que encarnaban ideales, tipologías del otro que había que combatir, cómo si no es así comprendemos la Guerra Fría, cada lado tuvo a sus héroes y a sus villanos, México también lo hizo, ¿México también lo hace?

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