La infancia ante la guerra: un combate desde las trincheras de su imaginación.

-Rosy Itzel Velázquez Beltrán.


Al principio de los tiempos cuando el bosque era joven vivían en armonía los animales, los hombres y criaturas mágicas, se protegían los unos a los otros. Y dormían juntos bajo un frondoso árbol que crecía en la colina, junto al molino. Ahora el árbol se muere, sus ramas están cejas, su tronco viejo y torcido, debajo de sus raíces ha anidado un enorme sapo que no lo dejaba sanar



El desequilibrio en la vida puede ser causado por múltiples factores, y se fractura mucho más de lo que nos imaginamos. La guerra, una actividad provocada por los hombres, es uno de los fenómenos de mayor alcance destructivo, se despliega en valles, veredas, montañas, en cualquier escenario natural arrasando con la vida silvestre, convirtiendo a cenizas los verdes campos. En cuanto a la vida humana, destruye no sólo a los hombres que se enfrentan en batalla, también separa familias, anula la vida en comunidad, atenta contra la vida material y la alimentación, siembra enfermedad y muerte por doquier. En este sentido, atendiendo al simbolismo del pasaje anterior, el árbol es España moribunda y el sapo, que tiene las riendas de su vida es un elemento de la dictadura franquista.

La película nos sitúa en 1944 en la región norte de España, donde a más de cuatro años de la proclamación de Franco, unidades militares y contingentes de población civil continuaban defendiendo la República. Así es como en octubre, se despliega en el Valle de Arán –en la vertiente norte de los Pirineos- la “Operación Reconquista de España”, con hombres muy motivados y mal preparados, militantes del Partido Comunista de España que habían luchado en la Guerra Civil y que, tras huir a Francia, se habían unido a la lucha contra los nazis. La operación duró alrededor de una semana y fue un rotundo fracaso para los más de 4.000 hombres que se enfrentaron a más de 50.000, ya que ante el temor de una invasión aliada desde Francia, hizo que el Estado Mayor franquista reforzara todos los puntos de la frontera franco-española. [1]

La guerra civil avanza sembrando hogueras, donde joven y desnuda la imaginación se quema en un aire donde estallan rosas de pólvora negra.” (Romance de la guardia civil, García Lorca). Cuando la realidad se vuelve poco soportable, por el dolor y hedor de muerte, la mente humana desarrolla mecanismos de escape a través de la imaginación, por la edad, los sujetos más susceptibles a ello son los infantes, quienes en su repertorio de conciencia albergan referencias de historias fantásticas que les han contado sus padres, abuelos o personas cercanas a ellos, como parte del folclore popular en el que están inmersos y, otros pocos, de lo que han aprehendido en los libros que leen, antologías de cuentos de antiquísimas leyendas heredadas de la mitología vasca, catalana y aragonesa, que tienen influencia germano céltica que flotan en el imaginario colectivo y son visibles en las ruinas que se yerguen entre el bosque. 





Existen guerras grandes y pequeñas. Porque están los grandes y estamos los pequeños [2]. Al pensar en las guerras, pocas veces reparamos en cómo son vividas por los niños, quienes la explican como un ruido fuertísimo, como una mano enorme que te sacude[3]. Por el hambre, la falta de higiene, de atención sanitaria, traumas psicológicos, las enfermedades murieron cerca de 138.030 en la guerra civil española y tantos más a lo largo de la dictadura de Franco. [4] Al pensar en ellos podemos establecer dos vertientes, los que salieron del país y los que se quedaron. Los niños de la guerra han sido abordados en diversas película de cine-ficción “para niños” como Peter pan, El mago de Oz y Las crónicas de Narnia, por mencionar algunas, en donde percibimos el éxodo de los infantes a tierras lejanas, mágicas y seguras; a diferencia de El Laberinto del Fauno, donde se representa la visión de una niña que vive en medio de la guerra en un destacamento militar, de los que mandó Franco para hacer frente a los guerrilleros de la Operación de reconquista.


La película ofrece una narrativa de la realidad simultáneamente codificada por la imaginación de una niña, a continuación tratare de desmenuzar el simbolismo de algunos de los pasajes narrados y de sus personajes, en los que se percibe una mezcla de reminiscencias germánicas y celtas con lo católico, es decir, paganismo y cristianismo, las dos sustancias que componen las mentalidades colectivas europeas, se desenvuelven a lo largo de esta trama bajo un esquema mágico-religioso.




Primeramente, el Laberinto, en la filosofía medieval cristiana simboliza el camino del hombre hacía Dios, que es como finaliza la película, a la muerte de Ofelia -nombre que significa "Socorro"-, parece que llega a una especie de “bóveda celestial” o un “Auto de fe” que es la recreación del juicio final, cumpliendo así su profecía, donde la recibe “el rey” –Dios padre-, su madre, el fauno, las hadas y otra multitud de almas más. Otro aspecto que se prolonga a lo largo de la trama que alude a los valores religiosos de la cristiandad, sumamente arraigada en la cultura española, es la omnipresencia de la “Trinidad” en distintos elementos como en las hadas que posee el fauno y casualmente son tres las mujeres principales de la trama –Ofelia, su madre Carmen y Mercedes- quienes muestran tres puntos distintos de vivir la guerra e incursionar con su rol bajo femenino un esquema patriarcal. También son tres los objetos que Ofelia tuvo que conseguir para realizar las tres pruebas: la llave, la daga y el sacrificio de su vida por un alma inocente. La escena del banquete donde está el “Hombre blanco” podría representar a “la ultima cena” donde Jesús enuncia a sus discípulos que “coman y beban” contrariamente a lo que el Fauno le advierte a Ofelia “os va la vida en ello”.

 


Ya que mencionamos al personaje del Fauno, habría que preguntarnos, respecto a la idea del pasaje inicial de la pérdida del equilibro del bosque ¿por qué no en su lugar fue el Basajaun?, un ser mitológico vasco y aragonés, que es dueño y protector de los bosques. Empero, el Fauno tiene toda razón de ser, en sentido que es un ser de dudosa moral, Guillermo del Toro admite que se sintió atraído por la dualidad que puede representar. Sin embargo, los sátiros, en sus diversas modalidades, poseen dos cualidades eminentes, por una parte tienen cierta naturaleza de niños, por ser divertidos y gustosos de hacer travesuras asustando a leñadores y viajeros en los bosques; pero también se les atañe una naturaleza lasciva y pervertida para con las mujeres.


Este último aspecto predomina en Pan, al que se puede caracterizar como un tentirujo, por un acercamiento más de contacto que afectivo con la niña, por quien tiene especial interés que culminé sus misiones justo a la luna llena, astro femenino que está estrechamente ligado con la fertilidad; otro elemento alusivo a ello es la raíz de la mandrágora que le da a Ofelia para que se vincule con la vida de su madre y sane en su embarazo; esta planta es asociada con la brujería para hacer hechizos de contenido sexual.[5] En el contexto real, podemos identificar al Fauno Pan con los abusos de pederastia que sufrieron los niños que se encontraban vagando solos por el bosque, y si acaso, aún más aquellos que se encontraban en instituciones que irónicamente les protegían  y procuraban su adoctrinamiento, como lo delatan diversos testimonios de niños que estuvieron en los Hogares Mundent, victimas del abuso sexual de los sacerdotes salesianos. [6]

“En lo alto de una montaña florecía una rosa que otorgaba la inmortalidad, estaba rodeada de numerosas espinas envenenadas. Entre los hombres solo se hablaba del miedo a la muerte y del dolor. Pero nunca de la promesa de la inmortalidad. Todas las tardes la rosa se marchitaba, sin poder entregarle sus poderes a nadie. Olvidada y perdida la cima de esa montaña fría, sola hasta el fin de los tiempos.”




La rosa, dentro de este contexto, simboliza la esperanza del restablecimiento de la paz para el pueblo español. El himno de la Falange “Canto al Sol” en una de sus estrofas, hace referencia a rosas prendidas de las flechas del haz -su símbolo-; en este sentido, el que sea una sola rosa nos habla de una anhelo de “unidad”, de la unificación de una España, pero que este ideal resulta tan imposible como lo sería conseguir la inmortalidad; donde el principal obstáculo, con las espinas envenenadas, asimiladas como las puntas de la flechas de la Falange que desangran todo intento de emancipación e imponen un estado de sumisión  a los hombres que subyuga sus pensamientos libres e idealistas. El himno culmina con un ¡Arriba escuadras a vencer, que en España empieza a amanecer! En el que podemos ver la caracterización de tiempo simbólico de la marchitez de la rosa cada atardecer, ante la victoria de las flechas envenenadas, teniendo la noche como intervalo oscuro y de misterio acerca de la resolución de las cosas, y de la vida misma de cada individuo en medio de la inhóspita atmósfera que crea el estado de guerra.














El tiempo, representando en el reloj estrellado del Capitán y el reloj de arena que el fauno le da a la niña, nos habla de un ‘status quo’ del régimen totalitario que todo el tiempo está acosando la tranquilidad de los personajes, dado que el clímax de guerra provoca inseguridad del restablecimiento del orden. Una personificación más elaborada del tiempo es en “El hombre blanco” el cual, con ojos móviles en los brazos tiene la posibilidad de ver en todas las direcciones: pasado, presente y futuro. Asimismo, la iconología de “el ojo en la palma de la mano” nos hace referencia al Jamsa, símbolo de carácter religioso de una de las culturas que también impregnaron en España, la musulmana; nos hace alusión a que se trata de una deidad, que antagónicamente a lo que se considera, que todo lo que ve lo protege, “el hombre blanco” lo destruye.




Asimismo, este monstruo, al que Guillermo del Toro –el director- se ha referido como “una personificación del mal provocado por el hombre blanco”, ha sido uno de los personajes más emblemáticos por el simbolismo que encierra. Se le ha relacionado innumerables veces con Saturno o cronos devorando a sus hijos, también por los frescos de pasajes en los que aparece devorando infantes podemos hacer referencia a monstruos antiguos como Grýla o Krampus, criaturas demoniacas que se comen a los niños traviesos en navidad, o bien, podemos pensar en el Rey Herodes, quien mandó a matar a todos los niños de Belén e incluso algo más contemporáneo a los regímenes totalitarios que llevaron a cabo métodos de exterminio indiscriminado; todos estos infanticidas míticos y reales, nos hacen especial hincapié en el papel que tienen los niños para la sociedad, como los herederos de costumbres, ideologías y estructuras de vida, constituyen el ideal de la perpetuidad; no obstante, son los únicos agentes de transformación, los niños son el futuro, la posibilidad de invertir el orden de las cosas y, como el futuro es incierto y peligroso hay que vencerlo, es necesario marchitar la inocencia y arrancar de raíz el problema para mantener el ‘status quo’.












Cuentan que hace mucho tiempo, en el reino subterráneo donde no existe la mentira ni el dolor, vivía una princesa que soñaba con el mundo de los humanos, con el cielo azul, la brisa suave y el brillante sol. Un día burlando toda vigilancia, la princesa escapó, una vez en el exterior la luz la cegó y borró de su memoria cualquier indicio del pasado. Olvido quién era, de donde venía… y al correr de los años murió. Pero su alma regresaría tal vez en otro cuerpo, en otro tiempo y lugar.”


Este pasaje expresa el destino de los niños que arribaron a otro país; los contingentes migratorios comenzaron alrededor de 1936, hacía Francia, Portugal, Suiza, Bélgica, Inglaterra y la URSS, en trenes y camiones, bastantes largos (12-14 hrs), incómodos y peligrosos por los continuos bombardeos. Al margen de quienes se evadían por barco, generalmente se dirigieron a Hispanoamérica, México recibió a 456 niños, que la Historia los recuerda como “los niños de Morelia”. Lo que parecía ser una estancia temporal, por las circunstancias de la Segunda Guerra Mundial y la prolongación de la dictadura, se convirtió en un exilio definitivo.


“Tres o cuatro meses” les dijeron sus madres al despedirse con un tierno abrazo. No obstante, sólo 61 tiempo después regresaron; el ultimo recuerdo que tuvieron de su patria los niños que no volvieron fueron los pañuelos blancos, que se agitaban despidiéndolos de un muelle, pañuelos que se asemejaban a banderas de un país sin nombre; padres, madres que se convirtieron en estrellas que se miran de lejos, fuegos que alguien encendió hace un millón de años. Estos niños tuvieron que enfrentarse toda su vida contra una amnesia histórica, algunos dicen que sueñan con que la tierra se deshace, las casas se deshacen y la memoria se les queda en blanco; y es un sueño que soñamos varios a la vez. No olvidar sus origines y la razón por la que llegaron al nuevo país era una responsabilidad muy dura. A pesar de que los niños exiliados nos llevan a pensar en un reconfortarle “empezar desde cero” no obstante, para que eso fuera posible requerirían volver a nacer; la guerra los marcó para siempre, cuando lograron salir de España “llevaban consigo la guerra en su maleta, un trozo de tierra y un hogar roto”.[6]



“Estas condenada a vivir con los hombres. No volverás al reino encantado. Vuestra memoria se desvanecerá en el tiempo y nosotros desapareceremos con ella, no nos volveréis a ver jamás… dejó de tras de sí, pequeñas huellas de su paso por el mundo, visibles sólo para aquel que sepa dónde mirar”




Los niños de la guerra fueron condenados a crecer, a vérselas con el mundo, su imaginación fue un paliativo, pero no los pudo salvar de las secuelas de la guerra, que trajo el anunciamiento de la perdida de la infancia. En cuanto a la muerte de Ofelia en la película, fue de una forma poética que nos hace pensar en la desafortunada Ofelia de Shakespeare, quien desfallece por los dolores que el sistema patriarcal en el que vivía le causaba a su corazón; ambas niñas, inocentes, sus decisiones se vieron sometidas a un debate entre la obediencia por las normas morales y la rebeldía que respondía a la inclinación intuitiva de sus deseos más profundos. Esas pequeñas huellas a las que hace alusión el pasaje, son los destellos de inocencia y belleza que sobrevivieron ante la devastación de la guerra y los años de dictadura que le siguieron; saber mirar consiste en el cambio de perspectiva, en atender a las insignificancias, que para la mirada del historiador, es darle voz a esos rostros invisibilizados, como los niños, que tenemos la impresión de que por ser pequeños son ajenos, no obstante, ya vimos desde su imaginación una visión de la realidad.


[1]Junquera, Natalia, 1944: Operación Reconquista de España, El País, Madrid, 18 de octubre de 2009, [Consultado el 23 de septiembre de 2018] https://elpais.com/diario/2009/10/18/espana/1255816811_850215.html


[2]José Ferrada, María y Ana Penyas, Mexique. El nombre del barco, México, Tecolote/Secretaria de Cultura, 2017


[3]Ibíd

[4]


[5]Callejo, Jesús, Guía de los seres mágicos en España, México,EDAF,1996 



[6]Torrús, Alejandro, Los niños durante el franquismo, Goldatu, Madrid, 7 de junio de 2016, [Consultado el 23 de septiembre de 2018] http://goldatu.eus/es/noticias/los-ninos-durante-el-franquismo

[7]José Ferrada, María y Ana Penyas, Mexique. El nombre del barco, México, Tecolote/Secretaria de Cultura, 2017

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