Los maquis: La guerra no ha terminado.

Gerardo Armenta
                      “La guerra civil ha terminado. Escondidos en las montañas, grupos armados siguen combatiendo al nuevo régimen fascista, que lucha por sofocarlos”



Con esta frase comienza El Laberinto del Fauno (Guillermo del Toro, 2006). En esta película podemos apreciar distintos aspectos de la vida diaria en la España de Franco. El régimen franquista fue uno victorioso, mas no uno de paz. Toda la película, desde su inicio, busca transmitirnos esta idea, de un tiempo que es convulso a pesar de la victoria. De un tiempo que espera ser regresado. La figura del guerrillero, de estos “grupos armados”, se vuelve fundamental para comprender esta narrativa, no sólo la de la película sino la de la historia de la guerra civil, particularmente durante sus primeros años.
         El movimiento de los maquis, guerrilleros de la montaña,  ha sido desconocido “para la mayor parte de los españoles”.[1] Estos grupos armados, como la deja ver la película, utilizaron a la montaña como su escondite y su campo de batalla en contra de la dictadura. A pesar de esto, tenían contactos con las personas que vivían en los poblados más cercanos y que, en muchos casos, como Mercedes, trabajaban para el enemigo. Es importante resaltar que los maquis no eran una guerrilla convencional en el sentido de provocar a su enemigo, se volvieron en una guerrilla que vivía a la defensiva, que sólo respondía a la “cruel, exhaustiva y terrible represión franquista que se generalizó después de la victoria. La victoria de la venganza.”[2]
Fue una guerrilla que, como se observa en la escena final de la película, estaba compuesta por personajes distintos, no sólo hombres participaban en ella, también lo hacían mujeres, jóvenes, adultos, comunidades enteras se volcaron a apoyarla. El papel del doctor es útil para ejemplificar esto, no sólo eran personas del campo las que buscaban de una u otra manera debilitar al régimen. Del mismo modo, pensando en la guerrilla, podemos comprender el trabajo del capitán. De qué otra manera comprenderíamos la relevancia de una compañía militar franquista situada en medio de la aparente nada. También creo que el hecho de que el Capitán sea hijo de un militar que peleó y murió en Marruecos nos habla de la forma en la que el régimen, nutrido por el Ejército de África, pensó a estos guerrilleros montañeses. Sólo alguien que sabía pelear como se peleó en Marruecos, como muy posiblemente lo sabía el Capitán por influencia de su padre, podría aniquilar a la guerrilla montañesa. 
La imagen que acompaña a este texto es un graffiti que deja muy claro el espacio en el que los hechos sucedieron. En medio del bosque, aquel hombre con boina, se esconde y se prepara para luchar en contra de los militares franquistas. También, el pueblo en donde se encuentra este graffiti a manera de homenaje, Sallent de Lobregat, en el norte de España, nos habla de los lugares en donde tuvo mayor relevancia el movimiento de los maquis. Una geografía difícil, montañosa y boscosa, que hacía a la labor en contra del régimen mucho más sencilla y fácil de llevar acabo.

Referencias:
Ruiz Serrano, Cristina. “‘Traigo La Camisa Roja De Sangre De Un Compañero’: La Mujer En La Guerrilla Antifranquista.” Revista Canadiense De Estudios Hispánicos, vol. 36, no. 1, 2011, pp. 169–185. JSTOR, JSTOR, www.jstor.org/stable/41636638.
Moreno Gómez, Francisco. “Huidos, Maquis y Guerrilla: Una Década De Rebeldía Contra La Dictadura.” Ayer, no. 43, 2001, pp. 111–137. JSTOR, JSTOR, www.jstor.org/stable/41325099.




[1] Ruiz Serrano, ““Traigo la camisa””, 2011, p. 169
[2] Moreno Gómez, “Huidos, maquis”, 2001, p. 111.

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